Aline Bravo: “Portas es una ventana de descanso y acogida en la turbulencia que puede ser la universidad”

Aline conoció Fundación Portas en 2012, año en el que ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Antropología. Estudiante de la educación municipal, su sueño siempre fue ingresar a la educación superior, meta que pudo conseguir gracias a su buen rendimiento en su etapa escolar; sin embargo, su paso por la universidad no estuvo exento de complicaciones. El apoyo de Portas fue clave en su proceso académico, en el que incluso, dadas las dificultades de estudiar y trabajar, pensó en desertar.

Hoy, dedicada a la investigación en temáticas sobre migración y medio ambiente, se prepara para viajar a iniciar su Doctorado en Antropología, en la University of Southern California (Los Ángeles, California, EEUU), paso clave para uno de sus objetivos: convertirse en académica. Luego de obtener la Beca Igualdad de Oportunidades Fulbright y de pasar años de múltiples experiencias, conversó con Portas para repasar su trayectoria académica e inspirar a las y los jóvenes estudiantes de la educación superior como agentes de cambio.

¿Desde dónde nace tu acercamiento a la Antropología?

A mí me gustaba mucho escribir, pensé en estudiar literatura, pensé en estudiar teatro, para después hacer dramaturgia. Me gustaba mucho la narrativa. Pero no las veía, la verdad, como carrera con un campo laboral muy rentable. Y yo sabía que mi familia no tenía una buena situación económica, entonces sentía que era una apuesta muy arriesgada. Y a través de distintos cursos de formación que estaba tomando cuando iba en educación media, descubrí que existía la sociología y la antropología, y que se dedicaban también a escribir de cierta forma, pero con otros métodos. Entonces me empecé a interesar desde esa posición. Así que postulé y quedé. 

¿Cómo fue tu paso académico por la universidad?


Antropología era una carrera bastante elitista. Yo me sentía súper en desventaja en relación a mis compañeros. Y eso es muy marcado si veo mi concentración de notas hoy en día. El primer y segundo año me fue mal, no reprobé ningún ramo, pero di exámenes y exámenes varias veces, porque me costó. No tenía métodos de estudio. Y tenía compañeros que incluso habían tenido ramos de antropología en el colegio. Entonces eso era como muy, muy desigual. Muchos puntajes nacionales también. Cuando entramos éramos 60, y de esos 60, sólo 10 de colegio municipal, todos los demás de colegio privado. Entonces se notaba mucho esa diferencia. Y de ahí, dentro del avance en la carrera, ya me estabilicé.

¿En qué estás ahora, laboralmente hablando?

Trabajo en un proyecto que se llama Sanctuary Cities, que es sobre ciudad de santuario, que son modelos o prácticas de acogida a migrantes que se han dado principalmente en Norte América. Durante los 70’ y 80’ hubo políticas nacionales que eran restrictivas hacia la migración, pero los estados, las ONG y la iglesia en mayor medida generaron resistencias a esas políticas. Ellos hacían bienvenida a pesar de que las políticas centrales eran de restricción. Entonces, es un proyecto con financiamiento canadiense, que busca ver si en Latinoamérica hay prácticas de ese tipo. Estoy en el equipo latinoamericano que está identificando prácticas de acogida a migrantes. Además, fuera de este proyecto, también soy editora de la Revista Chilena de Antropología e investigadora del Catálogo de Tecnologías Locales.

Y hoy ad portas de partir a Estados Unidos. ¿Cuáles son tus áreas de investigación actuales, pensando en el Doctorado?

Tengo dos áreas (migración y medio ambiente) y ahora las estoy juntando en mi proyecto de doctorado, donde investigaré migraciones ambientales o climáticas. Hace dos años me gané una beca de la UNESCO para ir a hacer una investigación. Yo tenía que proponer la investigación y propuse ir a Colombia a investigar las inundaciones. Entonces fui a ver ‘migración por inundaciones’, que yo encuentro que lo interesante es que no es la idea clásica de migración, como de origen destino, más estática, sino que son pueblos que se inundan constantemente, entonces la gente se va un rato, espera que el agua baje, regresa. Y acá espero estudiar migración por sequía. 

¿Cómo surge la idea de investigar sobre migración? 

Yo nací en Francia porque mis papás se fueron por la dictadura, luego volvieron a Chile. Sin nombrar la migración, yo sentía algo raro con estar acá, y casi no tener vínculos con Francia. A veces me pasa con cosas de acá que no entiendo, que tampoco siento tanto el vínculo, porque estoy en un punto extraño. Entonces, personalmente, el tema me tocaba mucho. Cuando logré conectar y sentí que podía hacer un aporte desde cualquier lugar, no solo desde el ámbito de la academia, empecé a vincularme con organizaciones. Ayudaba a buscar trabajo a personas haitianas, acompañé gente a sus entrevistas de trabajo, hice un voluntariado en el Servicio Jesuita Migrante. Todo fuera de la academia. Pero eso te enseña cosas muy prácticas sobre el tema con el que yo quería trabajar. Todo se retribuye sin que eso fuese mi interés claro. Y cuando quise investigar algún tema de migraciones, ya tenía contactos y conocimiento.

¿Te interesa ser investigadora y académica de alguna universidad?

Se requiere en general el doctorado para eso. Es parte de mi camino. He hecho clases el semestre pasado, por ejemplo, soy profesora asistente de la Universidad Diego Portales en sociología. Hice un ramo de Sociología del Medio Ambiente el año pasado. Soy profesora lectora de una tesis sobre desastres naturales y también hice clases alguna vez en la Universidad Alberto Hurtado en Antropología y en la Universidad Católica del Maule en Trabajo Social.

¿Cómo llegaste a la beca Fulbright? 

Decidí que quería hacer un doctorado, que lo quería hacer afuera y empecé a investigar qué becas existen. Fui a una charla el año 2020 de la Beca Fulbright y las otras personas que estaban ahí me parecía que tenían una carrera súper consolidada y niveles de inglés asombrosos. Y en ese intertanto, pensando en postular a la convocatoria general que pide un nivel de inglés súper alto, me había estado preparando, tomé cursos de la municipalidad de inglés; y en ese proceso descubrí la Beca Igualdad de Oportunidades, que tenía mucho más sentido con mi trayectoria, beca que finalmente me logré adjudicar. 

¿Y cómo fue la obtención de la beca? 

Durante el primer semestre (del 2020) preparé los documentos para postular, a mitad de año di el test de inglés, me fue bastante bien, postulé en julio, tuve entrevista en septiembre y me dieron los resultados en noviembre. Fue muy bonito cuando me informaron que obtuve la beca porque me llegó el resultado un día que yo estaba guardando todas mis cosas a las 12 del día, terminando hacer una maleta porque me iba de terreno a Iquique y Colchane a ver la situación migratoria en frontera. Entonces, estaba guardando todo, recibí el correo, celebré con mis papás, llegué al aeropuerto y estaba todo mi equipo de trabajo. Y estar pensando en la beca mientras estaba en terreno fue muy gratificante y bonito. 

¿Qué mensaje le darías a las y los jóvenes que leerán esta entrevista? ¿Cómo pueden obtener información sobre postgrados y pensar en objetivos académicos en el exterior?

Las redes son fundamentales; son a la vez un problema y una solución, porque son la forma en que mucha gente puede llegar a lugares en los que quisiera estar. Y es un problema porque quienes venimos de estratos más bajos no tenemos esas redes en general, las tenemos que construir con mayor esfuerzo, porque no vienen dadas. Pero creo que ahí hay un punto clave y en el que yo he intentado moverme, que es tratar de todas maneras de construir esa red, de pronto sin conocer a una persona, mandar un mensaje. Hoy en día es fácil acceder al correo de alguien a LinkedIn, de alguien que sea de tu área, que tenga más experiencia. Portas tiene un sistema de mentoría súper interesante, también te puedes autogestionar la mentoría. Yo creo que esa es una herramienta clave.

Así también encontré los programas de doctorado, preguntando a la gente de mi área o de los temas, mandándoles un correo ‘Hola, estoy buscando un programa de doctorado, qué me recomendaría’, ‘con qué profesores me recomendaría trabajar’ y en general la gente tiene esa buena voluntad de responder. He hecho redes importantes de esa forma.

Pensando en becas, ¿qué tan necesaria es preparar la postulación? 

Un punto para esta beca y también para otras, es la rigurosidad que requiere la postulación. Yo recomiendo asesorarse quizás con alguien de la fundación, los becarios me podrían preguntar a mí, yo feliz de ayudar, porque mucha gente queda fuera de las bases en las becas. Lo otro es reintentar, también es un punto, porque el periodo de postulación fue un periodo de aprendizaje. Postulé en becas como Magíster Nacional, la del Gobierno Japonés y no las obtuve. Entonces reintentar, asesorarte con alguien que quizás ya haya obtenido la beca. También me pasó ahora que una chica me escribió por LinkedIn y me dijo ‘le estoy escribiendo a varias personas que obtuvieron la beca’, bacán, qué buen método, yo te puedo dar estos consejos, quizás otra persona que obtuvo la misma beca le dará otros.

¿Cómo definirías tu paso por Portas? ¿Qué herramientas fueron clave para la Aline de hoy?

Siento que Portas es una ventana de descanso y de acogida en la turbulencia que puede ser estar en la universidad. Te entrega herramientas, por ejemplo de oratoria, que para mí fueron clave. Siente que fue una formación súper completa en términos de oratoria, también empatía, apertura de mundo, porque los grupos son heterogéneos, tenemos compañeros de distintas carreras, de distintas comunas. Es un espacio que hay que aprovechar, porque eso no lo vamos a tener fuera. El mundo fuera es un poco más hostil. 

Podemos intentar que el mundo sea así, pero actualmente no lo es, entonces creo que esta ventanita que da Portas, de un espacio humano, transparente, empático, de compañerismo, quizás dentro de esta turbulencia de la universidad puede sentirse como una carga a veces, pero la verdad es que termina siendo un alivio. 

¿Qué mensaje le darías a los becados y becadas próximas a egresar, pensando en sus instancias y trabajos finales?

Yo creo que es un momento que para algunas personas puede ser complicado, pero va a ser más complicado si la tesis o el trabajo final lo estás haciendo sobre un tema que ni siquiera te gusta. Incluso en los trabajos de los ramos, también vincularlos para que se te haga más fácil el curso, pero también para ir insumando tu futuro laboral. Probablemente en el futuro en el campo laboral no te vas a encontrar directamente con eso. Vas a tener que investigar cosas que no te gustan, pero por las que te pagan, con eso vives. 

Y el vínculo con los profesores también lo encuentro muy importante. Y desde la sinceridad. A mí me pasó con profesores con quienes tengo más vínculos, que sabían realmente cuál era mi situación. Por ejemplo, para un ramo, yo hice el trabajo del curso sobre la fundación. Entonces el profe se enteró de que yo estaba en esta fundación porque yo tenía una situación socioeconómica un poco más vulnerable y eso lo marcó. Y si en mi calidad de profesora veo que un estudiante tiene la necesidad de llevar recursos a su casa, probablemente piense en esa persona cuando tenga, por ejemplo, una oportunidad de trabajo. Entonces creo que también transparentar esas situaciones es volver más humano espacios educativos. Y no es un valor en sí mismo, pero sí es presentarse tal cual uno es. Si me pudiese dar un consejo sería ese, no esconder tanto la situación en la que estaba, porque no había nada de qué avergonzarse, pero a mí sí me daba vergüenza.

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Aline Bravo: “Portas es una ventana de descanso y acogida en la turbulencia que puede ser la universidad”

Aline conoció Fundación Portas en 2012, año en el que ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Antropología. Estudiante de la educación municipal, su sueño siempre fue ingresar a la educación superior, meta que pudo conseguir gracias a su buen rendimiento en su etapa escolar; sin embargo, su paso por la universidad no estuvo exento de complicaciones. El apoyo de Portas fue clave en su proceso académico, en el que incluso, dadas las dificultades de estudiar y trabajar, pensó en desertar.

Hoy, dedicada a la investigación en temáticas sobre migración y medio ambiente, se prepara para viajar a iniciar su Doctorado en Antropología, en la University of Southern California (Los Ángeles, California, EEUU), paso clave para uno de sus objetivos: convertirse en académica. Luego de obtener la Beca Igualdad de Oportunidades Fulbright y de pasar años de múltiples experiencias, conversó con Portas para repasar su trayectoria académica e inspirar a las y los jóvenes estudiantes de la educación superior como agentes de cambio.

¿Desde dónde nace tu acercamiento a la Antropología?

A mí me gustaba mucho escribir, pensé en estudiar literatura, pensé en estudiar teatro, para después hacer dramaturgia. Me gustaba mucho la narrativa. Pero no las veía, la verdad, como carrera con un campo laboral muy rentable. Y yo sabía que mi familia no tenía una buena situación económica, entonces sentía que era una apuesta muy arriesgada. Y a través de distintos cursos de formación que estaba tomando cuando iba en educación media, descubrí que existía la sociología y la antropología, y que se dedicaban también a escribir de cierta forma, pero con otros métodos. Entonces me empecé a interesar desde esa posición. Así que postulé y quedé. 

¿Cómo fue tu paso académico por la universidad?


Antropología era una carrera bastante elitista. Yo me sentía súper en desventaja en relación a mis compañeros. Y eso es muy marcado si veo mi concentración de notas hoy en día. El primer y segundo año me fue mal, no reprobé ningún ramo, pero di exámenes y exámenes varias veces, porque me costó. No tenía métodos de estudio. Y tenía compañeros que incluso habían tenido ramos de antropología en el colegio. Entonces eso era como muy, muy desigual. Muchos puntajes nacionales también. Cuando entramos éramos 60, y de esos 60, sólo 10 de colegio municipal, todos los demás de colegio privado. Entonces se notaba mucho esa diferencia. Y de ahí, dentro del avance en la carrera, ya me estabilicé.

¿En qué estás ahora, laboralmente hablando?

Trabajo en un proyecto que se llama Sanctuary Cities, que es sobre ciudad de santuario, que son modelos o prácticas de acogida a migrantes que se han dado principalmente en Norte América. Durante los 70’ y 80’ hubo políticas nacionales que eran restrictivas hacia la migración, pero los estados, las ONG y la iglesia en mayor medida generaron resistencias a esas políticas. Ellos hacían bienvenida a pesar de que las políticas centrales eran de restricción. Entonces, es un proyecto con financiamiento canadiense, que busca ver si en Latinoamérica hay prácticas de ese tipo. Estoy en el equipo latinoamericano que está identificando prácticas de acogida a migrantes. Además, fuera de este proyecto, también soy editora de la Revista Chilena de Antropología e investigadora del Catálogo de Tecnologías Locales.

Y hoy ad portas de partir a Estados Unidos. ¿Cuáles son tus áreas de investigación actuales, pensando en el Doctorado?

Tengo dos áreas (migración y medio ambiente) y ahora las estoy juntando en mi proyecto de doctorado, donde investigaré migraciones ambientales o climáticas. Hace dos años me gané una beca de la UNESCO para ir a hacer una investigación. Yo tenía que proponer la investigación y propuse ir a Colombia a investigar las inundaciones. Entonces fui a ver ‘migración por inundaciones’, que yo encuentro que lo interesante es que no es la idea clásica de migración, como de origen destino, más estática, sino que son pueblos que se inundan constantemente, entonces la gente se va un rato, espera que el agua baje, regresa. Y acá espero estudiar migración por sequía. 

¿Cómo surge la idea de investigar sobre migración? 

Yo nací en Francia porque mis papás se fueron por la dictadura, luego volvieron a Chile. Sin nombrar la migración, yo sentía algo raro con estar acá, y casi no tener vínculos con Francia. A veces me pasa con cosas de acá que no entiendo, que tampoco siento tanto el vínculo, porque estoy en un punto extraño. Entonces, personalmente, el tema me tocaba mucho. Cuando logré conectar y sentí que podía hacer un aporte desde cualquier lugar, no solo desde el ámbito de la academia, empecé a vincularme con organizaciones. Ayudaba a buscar trabajo a personas haitianas, acompañé gente a sus entrevistas de trabajo, hice un voluntariado en el Servicio Jesuita Migrante. Todo fuera de la academia. Pero eso te enseña cosas muy prácticas sobre el tema con el que yo quería trabajar. Todo se retribuye sin que eso fuese mi interés claro. Y cuando quise investigar algún tema de migraciones, ya tenía contactos y conocimiento.

¿Te interesa ser investigadora y académica de alguna universidad?

Se requiere en general el doctorado para eso. Es parte de mi camino. He hecho clases el semestre pasado, por ejemplo, soy profesora asistente de la Universidad Diego Portales en sociología. Hice un ramo de Sociología del Medio Ambiente el año pasado. Soy profesora lectora de una tesis sobre desastres naturales y también hice clases alguna vez en la Universidad Alberto Hurtado en Antropología y en la Universidad Católica del Maule en Trabajo Social.

¿Cómo llegaste a la beca Fulbright? 

Decidí que quería hacer un doctorado, que lo quería hacer afuera y empecé a investigar qué becas existen. Fui a una charla el año 2020 de la Beca Fulbright y las otras personas que estaban ahí me parecía que tenían una carrera súper consolidada y niveles de inglés asombrosos. Y en ese intertanto, pensando en postular a la convocatoria general que pide un nivel de inglés súper alto, me había estado preparando, tomé cursos de la municipalidad de inglés; y en ese proceso descubrí la Beca Igualdad de Oportunidades, que tenía mucho más sentido con mi trayectoria, beca que finalmente me logré adjudicar. 

¿Y cómo fue la obtención de la beca? 

Durante el primer semestre (del 2020) preparé los documentos para postular, a mitad de año di el test de inglés, me fue bastante bien, postulé en julio, tuve entrevista en septiembre y me dieron los resultados en noviembre. Fue muy bonito cuando me informaron que obtuve la beca porque me llegó el resultado un día que yo estaba guardando todas mis cosas a las 12 del día, terminando hacer una maleta porque me iba de terreno a Iquique y Colchane a ver la situación migratoria en frontera. Entonces, estaba guardando todo, recibí el correo, celebré con mis papás, llegué al aeropuerto y estaba todo mi equipo de trabajo. Y estar pensando en la beca mientras estaba en terreno fue muy gratificante y bonito. 

¿Qué mensaje le darías a las y los jóvenes que leerán esta entrevista? ¿Cómo pueden obtener información sobre postgrados y pensar en objetivos académicos en el exterior?

Las redes son fundamentales; son a la vez un problema y una solución, porque son la forma en que mucha gente puede llegar a lugares en los que quisiera estar. Y es un problema porque quienes venimos de estratos más bajos no tenemos esas redes en general, las tenemos que construir con mayor esfuerzo, porque no vienen dadas. Pero creo que ahí hay un punto clave y en el que yo he intentado moverme, que es tratar de todas maneras de construir esa red, de pronto sin conocer a una persona, mandar un mensaje. Hoy en día es fácil acceder al correo de alguien a LinkedIn, de alguien que sea de tu área, que tenga más experiencia. Portas tiene un sistema de mentoría súper interesante, también te puedes autogestionar la mentoría. Yo creo que esa es una herramienta clave.

Así también encontré los programas de doctorado, preguntando a la gente de mi área o de los temas, mandándoles un correo ‘Hola, estoy buscando un programa de doctorado, qué me recomendaría’, ‘con qué profesores me recomendaría trabajar’ y en general la gente tiene esa buena voluntad de responder. He hecho redes importantes de esa forma.

Pensando en becas, ¿qué tan necesaria es preparar la postulación? 

Un punto para esta beca y también para otras, es la rigurosidad que requiere la postulación. Yo recomiendo asesorarse quizás con alguien de la fundación, los becarios me podrían preguntar a mí, yo feliz de ayudar, porque mucha gente queda fuera de las bases en las becas. Lo otro es reintentar, también es un punto, porque el periodo de postulación fue un periodo de aprendizaje. Postulé en becas como Magíster Nacional, la del Gobierno Japonés y no las obtuve. Entonces reintentar, asesorarte con alguien que quizás ya haya obtenido la beca. También me pasó ahora que una chica me escribió por LinkedIn y me dijo ‘le estoy escribiendo a varias personas que obtuvieron la beca’, bacán, qué buen método, yo te puedo dar estos consejos, quizás otra persona que obtuvo la misma beca le dará otros.

¿Cómo definirías tu paso por Portas? ¿Qué herramientas fueron clave para la Aline de hoy?

Siento que Portas es una ventana de descanso y de acogida en la turbulencia que puede ser estar en la universidad. Te entrega herramientas, por ejemplo de oratoria, que para mí fueron clave. Siente que fue una formación súper completa en términos de oratoria, también empatía, apertura de mundo, porque los grupos son heterogéneos, tenemos compañeros de distintas carreras, de distintas comunas. Es un espacio que hay que aprovechar, porque eso no lo vamos a tener fuera. El mundo fuera es un poco más hostil. 

Podemos intentar que el mundo sea así, pero actualmente no lo es, entonces creo que esta ventanita que da Portas, de un espacio humano, transparente, empático, de compañerismo, quizás dentro de esta turbulencia de la universidad puede sentirse como una carga a veces, pero la verdad es que termina siendo un alivio. 

¿Qué mensaje le darías a los becados y becadas próximas a egresar, pensando en sus instancias y trabajos finales?

Yo creo que es un momento que para algunas personas puede ser complicado, pero va a ser más complicado si la tesis o el trabajo final lo estás haciendo sobre un tema que ni siquiera te gusta. Incluso en los trabajos de los ramos, también vincularlos para que se te haga más fácil el curso, pero también para ir insumando tu futuro laboral. Probablemente en el futuro en el campo laboral no te vas a encontrar directamente con eso. Vas a tener que investigar cosas que no te gustan, pero por las que te pagan, con eso vives. 

Y el vínculo con los profesores también lo encuentro muy importante. Y desde la sinceridad. A mí me pasó con profesores con quienes tengo más vínculos, que sabían realmente cuál era mi situación. Por ejemplo, para un ramo, yo hice el trabajo del curso sobre la fundación. Entonces el profe se enteró de que yo estaba en esta fundación porque yo tenía una situación socioeconómica un poco más vulnerable y eso lo marcó. Y si en mi calidad de profesora veo que un estudiante tiene la necesidad de llevar recursos a su casa, probablemente piense en esa persona cuando tenga, por ejemplo, una oportunidad de trabajo. Entonces creo que también transparentar esas situaciones es volver más humano espacios educativos. Y no es un valor en sí mismo, pero sí es presentarse tal cual uno es. Si me pudiese dar un consejo sería ese, no esconder tanto la situación en la que estaba, porque no había nada de qué avergonzarse, pero a mí sí me daba vergüenza.

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